lunedì 19 ottobre 2009

El entramado biblico del castillo interior

Los dos simbolismos màs notables por su referencia evangélica y porque aparecen en el primer capìtulos son los de la presencia de Dios y de su Reino en nosotros. Las dos alusiones son certeras: es como el tesoro escondido y la perla preciosa del Evangelio, que hay que comprar vendiéndolo todo, porque Dios lo exige todo (Mt 13, 44-45; V, 1,2).
[...] Vuelve de nuevo el tema de la esposa y el ingreso en la interior bodega, segùn el Cantar de los Cantares (Ct 2,4 y 3,2; V 1,12; 2,8.12).
Aquì habrìa que colocar el sugestivo simbolismo del sello que deja marcada la imagen en la cera blanda, tan importante en la teologìa de los Padres, y aplicado a la perfecciòn de la imagen y semeyanza de Dios en el hombre en su dinamismo hacia la perfection. Teresa lo recuerda en Moradas V, 2,12, y es un tema de resonancias paulinas en San Pablo y su teologìa bautismal (2 Cor 1,22; ef 1,13; Ap 7,3;9,4).

En Moradas V, 4,3 la Santa introduce el simbolismo global bìblico del matrimonio espiritual de amplias resonancias en toda la revelaciòn del Antiguo y del Nuevo Testamento. Por ùltimo hay que recordar la graciosa alusiòn teresiana al amor proprio que es como un gusano que recome por dentro las virtudes, como "el que rojò la yedra a Jonàs" y que de repente se secò por el gusanillo roedor que Dios mandò (Jon 4,6-7; V 3,6).

Llegamos a la sextas moradas que marcan el momento de la fuerte experiencia mìstica del encuentro, de las visiones, revelaciones,heridas de amor, éxtasis.
Aquì los simbolismo son globales, especialmente en su referencia a Dios, en una serie impresionante de simbolismos bìblicos que entrecruzan las pàginas de la Biblia. Dios es como un Sol(VI, 3.5.16) y especìficamente como un Sol de justizia. El es lluz, sol y diamante, fuego devorador; Dios es como fuego que consume y renueva. El es sobre todo en estas moradas el Esposo en la fase del desponsorio espiritual, en la preparaciòn de la esposa para el matrimonio espiritual.
Completa esta visiòn, como hemos notado ya anteriormente, toda la serie de tipologìas alusivas a las teofanìas de Dios o sus milagros y manifestaciones en el Antiguo Testamento: la escala de Jacob, la zarza ardiente, el paso del Mar Rojo, el paso del Jordan; los fruto de la tierra prometida.
Las experiencia del amor tiene el encanto de las referencias bìblicas a las heridas de amor del Cantar de los Cantares o de Pablo que presenta sus heridas a los Gàlatas (Ct 4,9; Gal 6,17; VI, 1,1; 2,2.4;11,2).
Y cmo efecto de la renovaciòn interior, la Santa alude al Ave Fénix que renace de sus cenisaz, sìmbolo dela resurrecciòn que encontramos no el la literatura bìblica però sì en la literatura llamada subapostòlica, en la Carta de Clemente Romano a los Corintios n.25.

En las séptimas moradas se adensa el misterio, prevalece la dificultad de expresar de manera adecuada la experiencia de Dios, se intensifica el recurso a los simbolismos teresianos tienen una referencia genereral en textos y conceptos de la Escritura, aunque no de todos ellos la Santa dé una cabal referencia.
Por ejemplo, la realidad de Dios para la persona a quien se le abre la morada celestial (VII, 1, 2.3.4.5; 2 1-6) tiene referencias al matrimonio espiritual, el agua viva, a los symbolos del sol y de la luz. La Santa habla de "los pechos de Dios", que es el seno del Padre (V. 38,17). Se entra entra en la morada de Dios (VII, 1,3.5.5.6) y en la habitaciòn del Rey (VII, 3,11).
La primera experiencia del mistero trinitario està envuelta, como en la teofanìa del Sinaì, en una nube y en el fuego (Ex 24,16-18; VII. 1,6). En otros momentos se experimenta la soledad en Dios en el mas absoluto silencio, condiciòn para las màs suaves comunicaciones divinas (Os 2,14; VII, 3,11).
La experiencia del encuentro de Dios Trinidad con la persona se reviste de reminiscencias bìblicas muy curiosas, aquì sì recordas por la persona se reviste de reminiscencias bìblicas muy curiosas, aquì sì recordadas por la Santa con su referencia al texto sagrado: el silencio que reinaba mientras se contruìa el templo de Jerusalén (1 Re, 6-7; VII, 3,11). Tenemos la acumulaciòn de symbolos ya citados (VII 3,13) para indicar la comuniòn con Dìos: la delicia del beso de la Esposa (Ct 1,1) la imagen de la cierva herida y sedienta (Sal 41,2), el tabernàculo de Dios (Ap 21,3) la paloma con el signo de la paz (Gen 8, 8-9). Y mas adelante el sìmbolo del vino sabroso de la interior bodega (VII, 4,11).
La imagen del Crucificado y la configuraciòn a Cristo que hace al cristiano participe de la vruz gloriosa del Senor (VII, 4,8) pueden aludir, aunque la Santa no lo expresa cabalmente, al cristiano que sellado con el sello de la cruz, como propriedad de Cristo ha recibido su sello o "sfraggìs" del que hablan Pablo y el Apocalipsis (2 Cor 1,22; Ef 1,13; Ap 7,3 y 9,12).

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