martedì 11 maggio 2010

Conferenza Episcopale Spagnola: Conferenza di Gloria Irene Alvaro Sanz

Presentazione degli Atti del II Convegno Internazionale Dell'Ordo Virginum, Roma 2008, presso la sede della Conferenza Episcopale Spagnola. Relazione di Gloria Irene Alvaro Sanz:


UN MES DE MAYO PARA LA HISTORIA DE LA IGLESIA.

Gloria Irene Álvaro Sanz, v.c. de la archidiócesis de Valladolid.
Día……………………………. 8 de mayo 2010.
Lugar…………………………. Sede de la Conferencia Episcopal, C/ Añastro.
Conmemoración…………….. Publicación, por la Editorial EDICE de las Actas del Segundo Congreso Internacional del ordo virginum, Roma-2008.
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Buenos días a todos, en esta luminosa mañana de mayo, el mes dedicado a la Santísima Virgen, reunidos aquí para conmemorar el acontecimiento eclesial que tuvimos la dicha de vivir en Roma hace ya dos años: el Segundo Encuentro Internacional del orden de las vírgenes. Nuestro gozo llega a su plenitud hoy, al recibir esta excelente publicación que nos ofrece la Conferencia Episcopal Española en su editorial Edice a través de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada. No sé si somos plenamente conscientes de que España es el único país cuya Conferencia Episcopal edita un libro con las Actas de aquel Congreso. Repito: el único país. Los Obispos, como Padres y Superiores del orden de las vírgenes, demuestran así un altísimo aprecio a esta vocación, a nuestra condición de consagradas españolas, lo cual deja patente no sólo ante la iglesia de España sino ante toda la Iglesia universal, nuestra profunda unidad con la Conferencia Episcopal y con esta Comisión.

Quiero expresar mi gratitud al Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal don Antonio María Rouco Varela, Presidente de la Conferencia Episcopal. Al Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo don Jesús Sanz Montes, Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, a nuestro querido Obispo Asesor, Excmo. y Rvdmo. Sr. don Demetrio Fernández. También a la Dra. Lourdes Grosso, directora del Secretariado de la Comisión, que con disposición incondicional ha recibido, acogido y dispuesto la entrega de las traducciones a la Editorial, y al Padre Rafael Belda que ha colaborado fraternalmente.

Voy a ofreceros mi testimonio de lo vivido en Roma y comprenderéis que me exprese desde lo hondo del corazón y desde la serenidad de los recuerdos aposentados en el alma, para definir mi vivencia personal de aquel acontecimiento como una inmensa gracia de Dios, como una sonrisa de mi Señor y Esposo Jesucristo rubricando toda mi trayectoria vital que me condujo allí, a la Sede de Pedro, hoy nuestro amado Santo Padre Benedicto XVI para, junto a todas mis hermanas, recibir el impulso de sus palabras que nos iluminaron con su magisterio sobre nuestra vocación; que me dio fuerza y salud en los meses anteriores de preparación, con aquellos gratificantes viajes a Roma; que me eligió, a través de la mediación de nuestros Obispos y de su Eminencia. Rvdma. el Cardenal Rodé, para formar parte de la organización y pronunciar una conferencia con la que podía mostrar el camino indicado por San Juan de la Cruz a través del amor esponsal transformante.

Y paso ya a ofreceros mi testimonio sobre esa inmensa gracia de Dios que fue para mí el Congreso.

En primer lugar, vi confirmadas en Roma las características de nuestro carisma tal y como la Iglesia desea y espera, tal como las presenta en el CDC y en el Ritual. Veamos:


1.- La virginidad esponsal: entrega sin reservas y signo escatológico.

Cuatro conferencias nos hablaron de ello: S.E. el Cardenal Rodé, habló sobre el significado escatológico de nuestra vocación. Nuestro Obispo Asesor, expuso los fundamentos trinitarios, cristológicos y mariológicos de la virginidad. Las conferencias del Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo Raymond Leo Burke, actual Prefecto de la Signatura Apostólica y la de nuestra hermana Judith Stegman, v.c. de USA, concretaron cómo debe vivirse en el orden de las vírgenes. Comparto plenamente lo dicho por los cuatro conferenciantes. En efecto, la virginidad, como decía don Demetrio, es plenitud de vida, vivida por Cristo para la redención del mundo. Y su Madre Santísima la vivió no sólo espiritualmente sino físicamente también. En estas exigencias incidieron luego Monseñor Burke y Judith, y me siento plenamente identificada con las palabras de ambos. Doy gracias a Dios sin cesar por habernos elegido para mostrar el mundo esta profecía en honor al cuerpo femenino, tan usado y abusado en nuestros días. Monseñor Burke, además, explicó perfectamente nuestro Ritual de Consagración, como podréis recordar al leer su conferencia.

Salí glorificando al Señor que, en su sabiduría infinita, ha dispuesto el retorno de nuestra vocación precisamente en estos tiempos difíciles en que maternidad y virginidad se desprecian, o se falsea su significado. La maternidad se ve como una carga, y la virginidad se reduce a algo etéreo, fácilmente recuperable como se recuperan los desechos reciclados. Pero no es así. La virgen consagrada, desde su amor ardiente a Jesucristo, está llamada a ser signo escatológico ya desde ahora, anticipo de la nueva humanidad resucitada, tal como expuso magistralmente S.E. el Cardenal Rodé.






2.- La eclesialidad.

¡ Con qué claridad la vi en Roma ! Allí, en la Sede de Pedro, fuimos recibidas por el Santo Padre. Desde mi asiento en primera fila, pude observar la inmensa dulzura con que nos miraba mientras nos dirigía su bellísima alocución, que nos confirmó en nuestro seguimiento de Cristo y me conmovió profundamente. Las conferencias de Monseñor Cattenoz, Obispo Asesor del orden de las vírgenes de Francia, de nuestras hermanas Ysabel de Andía, v.c. de Francia, y Elena Bolchi, v.c. de Italia, trataron sobre la eclesialidad de nuestra vocación,con extraordinario acierto. El Padre Meztger, teólogo francés, nos ofreció una muy documentada conferencia sobre los orígenes y la evolución del orden de las vírgenes.

Cardenales y Obispos nos acompañaron en todo momento y presidieron las concelebraciones de la Santa Misa, lo cual me pareció signo y demostración del amor que nos profesa la Iglesia. Se llegó al extremo de que algún Cardenal, como su Eminencia Rvdma. Bernard Law, que no tenía encomendada ninguna liturgia, acudió a saludarnos cuando visitamos la Basílica de la que es titular y quiso estar presente en la foto general que nos hicimos ante la espléndida fachada.

En todo esto vi reforzado el sentire cum Ecclesia que caracteriza tan intensamente al orden de las vírgenes. Allí quedó ampliamente demostrado que nuestra vocación no tiene fundador ni fundadora, surgió del corazón de la Iglesia enamorada de Cristo, el Esposo, y no tenemos más superiores que el Papa y el Obispo diocesano, del cual recibimos la consagración. La Santa Sede y la propia diócesis configuran la estructura visible del orden de las vírgenes. Nuestra comunidad es la Iglesia, nuestro reglamento es el Evangelio. Los directorios recogen esto precisamente para que nadie lo altere. El Espíritu Santo lo ha dispuesto así, la Iglesia lo reconoce y custodia.

Me reafirmé en la certeza de que hemos de responder sirviendo incondicionalmente a la Santa Iglesia de Cristo desde nuestra esponsalidad, que debe concretarse en el ministerio de oración y en otros servicios que la Iglesia nos pida. Creo no equivocarme si digo que esos servicios deben ser ejercidos en perfecta obediencia, sin exigirlos ni procurarlos, sin planes propios y sin considerarnos imprescindibles para nada, imitando en todo la humildad de la Santísima Virgen María, nuestro modelo.







3.- El ministerio de oración.

Lo vi en las celebraciones litúrgicas – Misas y rezo de Laudes y Vísperas - e intenté reflejarlo en mi conferencia sobre el amor esponsal en la doctrina mística del gran doctor de la Iglesia que es San Juan de la Cruz. El amor es activo en cuanto que es transformante. ¿ No decimos en la vida diaria que las parejas de verdad enamoradas acaban pareciéndose ? San Juan de la Cruz nos presenta el amor de Cristo Esposo como el único que puede transformarnos, desprogramarnos – si me permitís la expresión – para descubrir nuestro yo verdadero, en el que los demás deben ver a Cristo. Sin la oración transformante nuestra vida no tendrá sentido, porque basaremos todo en nuestras propias fuerzas que pueden abandonarnos en cualquier momento.

Uno de los matices que más me atrajeron de San Juan de la Cruz es que toda su doctrina se basa en la Sagrada Escritura y la cita continuamente. Desconocer la Biblia es desconocer a Jesucristo, decía San Jerónimo. Permitidme un consejo de hermana mayor: no dejéis pasar un día sin leer la Sagrada Escritura, de forma que la leáis completa cada año.


En segundo lugar, y en otro orden de cosas:

A ) La fraternidad que allí viví me pareció deliciosa, con anécdotas entrañables. ¡Qué buen ambiente en todos los lugares, sobre todo en el comedor, entre risas y fotos ! Eso sí, disimulando la tristeza de saber que en este mundo muchas ya no volveremos a vernos…Nunca olvidaré las conversaciones en el jardín, los coloquios nocturnos, las confidencias de corazón a corazón. ¡ Cuánto aprendí de todas con quienes tuve ocasión de hablar !

B ) En los días posteriores a mi conferencia, tuve ocasión de hablar en privado con muchas consagradas de diferentes partes del mundo. Algunas de seis o siete países me expresaron su gran preocupación por los problemas que allí viven en el recto entendimiento de esta vocación, desviaciones que las turbaban porque no era lo que ellas habían elegido ni deseado al pedir la consagración. Me decían que envidiaban sanamente a las españolas, por la unidad que tenemos con nuestros Obispos. No todos los países tienen la suerte de acceder al todavía insuperable libro del español Vizmanos sobre los orígenes del orden de las vírgenes, y precisamente el desconocimiento de nuestra primitiva historia da lugar a equívocos graves. No hemos regresado para suplantar a las religiosas ni a otras formas de vida consagrada, todas perfectamente válidas. Quienes las deseen o las añoren, deberían integrarse en ellas. Pero lo que no parece coherente es apropiarse del carisma del orden de las vírgenes para transformarlo en lo que no fue en sus orígenes ni está llamado a ser. Necesitamos mucha docilidad al Espíritu Santo. No se trata de hacer arqueologismo, sino de vivir en el mundo de hoy las características esenciales de nuestras primeras hermanas en los orígenes del Cristianismo, Recordemos que la Vita Consecrata habla de nosotras como “ el antiguo orden de las vírgenes “. Digo esto con el profundo dolor que me produjo ver llorar a algunas de mis confidentes, de países diversos y lejanos, asegurando que abandonarían esta vocación si otras conseguían deformarla y esa deformación se imponía.

El pasado mes de marzo tuve el honor de recibir una extensa carta de Monseñor Burke. Entre otras cosas, me decía que las consagradas españolas tenemos una idea muy clara de esta vocación. El Señor nos conceda perseverancia, para que, como dice el profeta Isaías, todos vean y sepan, miren y comprendan que esto lo ha hecho la mano de nuestro Dios. ( Is 41, 20 ).

Nos incumbe una gran responsabilidad ante Dios y la Iglesia. No los defraudemos. El orden de las vírgenes del futuro deseará saber de nosotras, igual que nosotras estudiamos a las primeras, y juzgarán nuestra fidelidad a la tradición gloriosa que hemos heredado y nuestra eclesialidad, elemento clave de discernimiento en esta vocación.

Gracias, amigas y hermanas, por el apoyo y comprensión que siempre me habéis dispensado, pues sabíais bien que no actuaba por mi cuenta, sino llevando a la práctica el sentire cum Ecclesia en todo momento. Gracias a todos. Pedid por mí.

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